Parece casi ridículo referir actividad minera en el mar y las pampas argentinas... sin embargo la noticia de que el 70% de los bosques de nuestra geografía se perdió en los últimos 100 años, motiva pensar en el futuro de nuestro suelo, en nuevas inundaciones como las de Santa Fe, en erosión y bajas en la productividad.

Desmonte en el Chaco

Se explotó la madera como a la Plata de Potosí, las poblaciones originarias migraron a los cordones de miseria de las grandes urbes y ahora se expande una nueva explotación minera: la soja. Miles de hectáreas desmontadas abren paso al monocultivo agrícola.
El monocultivo es a nuestra pampa húmeda (y peor aún a suelos forestales de la región chaqueña y hasta de la salteña) lo que una actividad minera al subsuelo.
Es absurdo hablar de fertilización solamente; el monocultivo  también debe integrarse al análisis de la cuestión, la contaminación por los otros agroquímicos, los  plaguicidas, cada vez más necesarios porque el monocultivo es ambiente propicio para las plagas,. Todo es cortoplacismo;  plata fresca.
MIentras  tanto, el gobierno contempla a la actividad con el agrado del conquistador deleitándose con abultadas retenciones que redundan en repartijas de más miseria urbana,  en vez de orientarse a la reinversión para la protección ambiental como un modo de hacer un poco más sustentable este sistema, que habiendo sido  el granero del mundo, alberga hoy en sus conurbanos gente sin identidad, por la pérdida de la dignidad , por el no trabajo, (no por la pérdida del trabajo, pues no se pierde lo que no se tuvo), por la decadencia educativa...
La pampa húmeda tiene indudablemente una vocación agropecuaria, pero en su sustentabilidad está la posibilidad de tener futuro. El valor agregado a la producción, la recuperación de niveles tecnológicos en cuanto a tecnologías apropiadas, las características naturales privilegiadas que estamos perdiendo requieren que el gobierno deje de ser la patética mueca del conquistador y pase a comandar la política productiva agropecuaria y forestal con una razonable e imprescindible visión de largo plazo.
Mienten por omisión quienes dicen que estamos mejor: el Producto Bruto Interno crece, dicen. Pero no hablan de cómo perdemos año a año el Patrimonio Natural ni cuánto costará, (si es que eso fuera posible) remediar la situación. También el patrimonio social decrece. Nuestros niveles educativos, como un resguardo para este perverso sistema que se nos pretende imponer, son cada vez más alarmantes. Nuestros valores están cada vez más cuestionados.
No se puede repartir la riqueza que no se genera, no es dinero  solamente, la riqueza  de un pueblo es su bienestar, su educación, sus instituciones, su patrimonio natural. Consumir el capital natural, hacer minería de los recursos naturales sustentables es un suicidio nacional al que la adicción de la dirigencia mediocre nos conducirá inexorablemente.
En el mar: lo mismo... ex secretarios de pesca que no saben qué pasó con las merluzas, eficientes Directoras (de carrera) de Pesca que son removidas por un gobierno cortoplacista y reemplazadas por amigos más complacientes. Los recursos vivos del mar deben ser aprovechados al máximo pero la pesquería minera que conduce al agotamiento del recurso es delictiva.
Nuestra seguridad no sólo radica en el control de robos puntuales, sino en impedir el asalto a los recursos de propiedad común.

Lic. Biol. Norma H. Rodriguez